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Baltasar Garzón, juez de la Audiencia Nacional

Los hechos ocurrieron el 3 de julio de 2009 en la A-6

Garzón utilizó a sus escoltas para librar a su hijo de la Guardia Civil

Le multaron por conducir superando la tasa de alcoholemia


El juez envió a dos de sus guardaespaldas para intentar "arreglarlo"
Le multaron por conducir "creando riesgo para los usuarios" y por superar la tasa de alcoholemia. El juez envió a dos de sus guardaespaldas para intentar "arreglarlo".

El 3 de julio de 2009, Baltasar Garzón Molina, hijo del juez de instrucción de la Audiencia Nacional, conducía de vuelta a su casa por la A-6. Eran las siete menos cuarto de la mañana de un viernes y una patrulla de la Guardia Civil le da el alto. Le impone una sanción de 300 euros, la pérdida de cuatro puntos y la retirada del permiso de conducir durante un mes.

CONDUCIR DE FORMA NEGLIGENTE

El expediente, al que ha tenido acceso el La Gaceta, explica el motivo de la multa:

“Conducir de forma negligente, creando riesgo para otros usuarios. Circular por el carril izquierdo, no guardando distancia de seguridad con el vehículo que le precede, cambiando bruscamente de carril sin señalizar con las advertencias ópticas correspondientes y coger súbitamente la salida a la derecha”

Esto es lo que dio de sí el Opel Astra que conducía el hijo de Garzón hijo aquella temprana hora de la mañana. Puesta esta primera sanción, la pareja de la Guardia Civil le insta a hacerse la prueba de alcoholemia.

A las nueve menos veinte de esa misma mañana, y todavía retenido en el arcén, a Baltasar Garzón Molina se le abre otro expediente y se le impone una nueva multa. El motivo es “circular con tasa de alcoholemia en aire expirado superior al 0,25 miligramos por litro. Sobrepasando 0,50 miligramos en la primera prueba y 0,54 en la segunda”.

600 EUROS DE MULTA

El hijo del juez Garzón ha infringido el artículo 20.1 del Código de Circulación y se le impone una sanción de 600 euros, la pérdida de otros 6 puntos y, de nuevo, la retirada del carné de conducir.

Conducir en estado de embriaguez, como delito que es, supone la apertura de diligencias penales, aunque es un delito que no se “reseña”; esto es, no se ficha al que lo comete; pero sí supone la imposibilidad de volverse a subir al vehículo. En ese momento, el hijo de Garzón hizo una llamada y, poco después, dos de los escoltas de su padre se personaron en el punto kilométrico en el que estaba retenido.

De acuerdo con los testimonios de la Guardia Civil, estos dos escoltas, policías nacionales de profesión y destinados como funcionarios públicos al servicio del juez para salvaguardar su vida, intentaron “arreglar” el asunto, aunque sin éxito, ya que los miembros de la Benemérita no accedieron.

PAPÁ VA EN SU AYUDA

Finalmente, uno de los escoltas sube al chico al coche con el que han acudido a recogerle y se lo lleva a casa. El otro es el encargado de conducir el Opel Astra y alejarlo de la A-6.

La segunda de las sanciones todavía puede encontrarse hoy en Internet, en una de las páginas de empresas que se ofrecen para la gestión y posible retirada de las multas de tráfico.

No parece que fuera ésta la primera vez que los escoltas de Garzón se ven obligados a obedecer peticiones peculiares. A finales de 2008, varios medios de comunicación se hicieron eco de otra situación: un matrimonio increpó al juez en la calle, preguntándole porqué no se ocupaba de cosas importantes en lugar de investigar el “alzamiento del 36”, y dejaba ya “en paz a los muertos”.

Tres de los escoltas siguieron al matrimonio al interior de un comercio y les presionaron hasta obligarles a identificarse.

Originalmente publicado en el diario La Gaceta.

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